Ha vuelto



No había sido fácil cuidar y criar a mi hija. Mi esposa nos abandonó cuando ella sólo tenía dos años. Mujer impetuosa y libre, nada era capaz de retenerla en un mismo sitio durante mucho tiempo aunque mi ciego amor por ella me hizo caer en el autoengaño al pensar que sentaría cabeza cuando formara una familia. Me equivoqué y un buen día desapareció de nuestra vida junto a aquella banda de moteros. Mi hija solía preguntarme si su mamá la había dejado porque ya no la quería, y yo siempre me quedaba en blanco. ¿Cómo podía decirle la verdad para que ella lo entendiera? Lo peor de todo esto es que el día de su quinto cumpleaños, escuché como mi pequeña le decía a su osito de peluche que el único regalo que quería era volver a ver a su mamá, y oir esto de sus labios esto me destrozó el corazón. Así que me armé de valor y renunciando a mi orgullo, salí al jardín y la llamé. Tras varias intentonas fallidas, logré que respondiera. Le supliqué que volviera aunque solo fuera por un día para que su hija pudiera verla, porque era el regalo que deseaba ofrecerle para su cumpleaños. Una voz gélida y sombría me respondió:
-Mañana me tendréis allí ¿Sigues viviendo en el mismo lugar?
Respondí afirmativamente y se hizo el silencio.
Estuve todo el día muy atareado preparando su visita, había pedido el día libre para estar cerca de mi hija decorando y acondicionando la casa para la ocasión. Estuvimos esperándola con ansiedad viendo como transcurrían las horas interminables hasta que al caer la noche, decidimos apagar las velas y nos comimos la tarta en silencio. Mi hija recogió todos sus regalos y subió a su habitación. Yo me quedé abajo recogiendo los adornos cuando de repente oí que mi hija me gritaba desde arriba:
-¡Papá, papá! ¡Ven, sube: mira quien ha venido!
Al escuchar esas palabras salir de su boca, sentí como una honda sensación de congoja se adueñaba de mi cuerpo. Subí a la habitación de mi hija subiendo los escalones de tres en tres y allí estaba mi mujer, sentada al pie de la cama. Si pudiera describir aquella visión, diría que era el fango húmedo y la tierra removida del cementerio lo que allí se encontraba, cubierto por un sudario carcomido.
-Es mamá: dijo la pequeña con la voz llena de júblo: ha venido desde muy lejos para vernos. ¿Ves como tenías razón? Al fín volvemos a estar juntos...

Justícia poética



Había soportado estoicamente las impertinencias de aquella niñata, desde sus burlas hasta sus desplantes pero hace apenas unos días, el vaso se colmó definitivamente. Con todo, no fue su habilidad para atacar mi amor propio lo que me hizo concebir mi proyecto de venganza sino su codícia desmedida que manejada con perversa astúcia de adolescente me había puesto frente a la espada y la pared. Su ultimo chantage habría echado a rodar mi carrera y mi matrimonio de no haber tomado medidas drásticas, de modo que la engañé pidiendole unos días de plazo para reunir la cantidad de dinero que me exigía cuando lo que pretendía era lograr que bajara la guardia, así la pude seguir durante varios días sin que se percatara y planear mi asalto en una zona poco transitada donde la drogué, llevandomela a un edificio en obras y, una vez allí, la até a una columna y sabiendo que nadie escucharía sus gritos, dí rienda suelta a mis instintos. Murió antes de lo que habría deseado, aunque el balance final fué notable. Luego la troceé para facilitarme la consiguiente y meticulosa labor. Al principio pensé que todo había salido bien pero la videocámara de un cajero automático había captado mi imagen siguiendo a mi víctima antes de secuestrarla, de modo que rápidamente me convertí en el principal sospechoso de su desaparición. Sólo un descuido me permitió esquivar el acoso policial y esconderme usando un nombre falso en el motel donde ahora mismo me encuentro sopesando la decisión mas importante de mi vida. Sé que no podré huir eternamente, tarde o temprano acabarán dando con mi paradero, seré interrogado y no tardaré en desmoronarme; soy debil por naturaleza y en la carcel me espera un destino peor que la muerte, por eso voy a meterme en la bañera y dejaré correr el agua, luego me cortaré las venas y esperaré... lamento profundamente acabar mis días dejando un ejemplo tan baldío e inconsistente.

La herencia



No salía nunca de casa, siempre fué una niña muy frágil, y siempre tuvo la figura protectora de su madre flotando sobre ella. Un día, su padre se puso enfermo, y vió como mamá le cuidaba. Pasaron los días y en lugar de curarse iba empeorando su estado, cada vez se encontraba más débil, hablaba menos con ella, pasaba más tiempo en la cama...Hasta que un día vinieron unos hombres con chalecos reflectantes cargados de aparatos, lo llevaron en camilla hasta una furgoneta en cuyo techo giraba un embolo luminoso...y no volvió a verle más. Mamá prometió que cuidaría de ella pero cada vez estaba más débil, cada día dormía más y apenas podía mantenerse en pie, al igual que había sucedido con su padre. Un día, la sopa estaba tan asquerosa que no pudo evitar decírselo a su madre, esta reaccionó con ira ordenandole que comiera y la pequeña arrojó el plato esparciendo su contenido por el suelo. Su madre, contrariada le reprendió con violencia, lo que le causó pavor pues nunca antes había experimentado esa reacción en manos de su progenitora. Escapó y se encerró en el baño, y mientras aporreaban la puerta, se vió en el espejo. Su cara estaba totalmente pálida, sus ojos parecían hundirse en la cara y de su gran melena se habían desprendido varios mechones. Mamá abrió con su llave la puerta del baño y le dijo: Tranquila…no te preocupes, toma tu muñeca…
Ella cogió la muñeca a través de la puerta entreabierta y sonrió al ver que sus pestañas de nylon parpadeaban al tiempo que movía su boca hablandole:
-Tu madre te quiere matar, hazme caso y mira en la cocina, encontrarás un frasco en la misma estantería donde guarda la sal, es un gotero que mezcla en tu comida para que te sientas debil. Te digo esto porque eres una niña adorable y te quiero.
Los siguientes días ideó un truco para evitar la comida sin que su madre lo advirtiera: retenía una pequeña cantidad en la boca sin tragar y cuando se llevaba la servilleta a los labios, escupía la comida en la servilleta volcandola luego sobre su regazo. A media comida, buscaba una excusa para ir al baño y lo vertía todo en el sanitario. En cada comida debía repetir dos veces la misma operación y a medianoche se levantaba de la cama, caminaba a hurtadillas hasta la cocina y se hartaba de bollos. Poco a poco, su piel iba recobrando el color rosaceo, sus ojos volvían a brillar y su pelo recuperaba su fuerza.
Una mañana vió a su madre más inquieta y distraida que de costumbre, no paraba de hablar por teléfono, iba de un lado a otro con un vaso alargado en la mano que vaciaba y volvía a llenar de forma compulsiva, hablaba en tono enfático usando palabras altisonantes y mencionaba sin parar la palabra herencia mientras chocaban los cubitos de hielo en el vaso.
Pensando que había llegado la ocasión propicia, la niña corrió a la cocina y se encaramó a la estantería para coger el frasco maldito, caminó sigilosamente hasta el salón y vació todo su contenido en el vaso y con su muñeca en brazos, se sentó en el suelo frente a su madre y se puso a esperar observandola con atención.
Al rato, vió como su madre caía al suelo retorciendose de dolor y gimiendo entre dientes, luego comenzaron las convulsiones, un chorro de espuma brotó de sus labios deslizandose por sus comisuras y cuando quedó inmóvil sus ojos entrecerrados parecían mirarle con una muda expresión de reproche.
El pelo de la muñeca se había enredado alrededor de su cara y con sus dedos delicados deshizo la madeja liberando su párpado basculante para abrir su ojo frío de cristal y mirar el vacío a través de su iris transparente. Un dulce y penetrante aroma de bollos recien hechos le adormeció y soñó que cruzaba un puente de madera dorada para reencontrarse con su padre en el parque de atracciones donde solían jugar a los caballitos y por unas horas, volvió a recuperar su infancia.

Déjame entrar



Allí estaba yo, buscando desesperadamente la salida, como tantas otras veces, él me había guiado hasta allí, bloqueando mi mente y extraviando mis pasos, era un juego al que me tenía acostumbrada. Todas las sombras a mi alrededor habían encarnado bajo formas distintas y caminaban hacia mí, respiré hondo pensando que la imaginación me estaba jugando una mala pasada pero las sombras seguían acercándose amenazantes, fue entonces cuando percibí aquel profundo silencio que paraliza el cuerpo y enfría el alma y desde el fondo del lugar, en lo más oscuro y profundo del cementerio pude ver a ese elegante hombre, reconocí esa blanca y pálida piel que tantas veces me sedujo, parecía como si me sonriera con una expresión triunfante y esos ojos sin brillo me hicieron entender que era el momento de reaccionar y fue entonces cuando se dispararon mis resortes y salí disparada, buscando la salida entre ese laberinto de tumbas, entonces noté que las sombras habían quedado inmóviles, como acechando. Corrí como siempre lo hago al huir de él,  desde que le abrí la puerta dejandolo entrar en mi vida a través de esa tabla de madera, bendecida con tierra de panteón y el abecedario tallado en su superfície, ese fue el momento en que entró. Sólo la impresión del primer encuentro hizo que me dejara engañar por su agradable apariencia y extremada elegancia, hasta que descubrí quien era, y entendí tambien que su mejor estrategia consistió en  haberme hecho pensar que no existía, pero se que está ahí, buscando cualquier debilidad, esperando que vuelva a abrirle la puerta.

Extremo



He llegado a un punto de mi vida donde no existen muchas opciones, a decir verdad, sólo tengo dos salidas: mantener mi cabeza fría y pensar racionalmente, lo cual se me antoja imposíble o dejarme llevar por las voces de mi cabeza y obedecerles. Pasan cosas raras a mi alrededor, tengo sueños horríbles donde veo gente asesinada y demonios devorando las almas incautas, las voces y las alucinaciones comenzaron a princípios de año y en ellas veía representadas a las personas que veía pasar por la calle… solía tener visiones sobre lo que se supone que seria el futuro, un mundo lleno de guerra, muerte y hambrunas, poco a poco, las enfermedades acababan con los que no fallecían a consecuencia de la guerra, el suicidio era común. Las pesadillas eran mas terribles cuanto mas se sucedían, no logro conciliar el sueño, la comida se pudre en mi despensa, creo que me han cortado los suministros No logro entender como he llegado a esto, no se porqué me eligieron a mi para atormentarme, quizás no sea el único en esta situación, pero de algo estoy seguro, estos demonios no llegaron hasta mí por hazar;  ellos buscaban algo porque se alimentan de almas y sólo me dejaran en paz cuando les entregue a alguien. Me duele lo que voy a hacer pero es cuestión de vida o muerte... lo siento amigo mío, pero necesito recuperar mi vida, ya sabes que no es nada personal...