Suena un ruido y otro
más, cada sonido es más nítido que el anterior, mas fuerte, mas agudo; llevo
horas escuchandolo y sopesando mi decisión de esperar a que cese o informar a
las autoridades, lo cual me llevaría a un enfrentamiento indeseado con mis
vecinos, de pronto se oye un tremendo impacto, a lo que sigue un tenso crujido,
luego un desprendimiento, no puedo soportarlo más y salto de la cama para ver
el boquete que se ha formado frente a mí: Me acerco poco a poco, e intento
asomarme, pero allí donde debería ver los edifícios de enfrente sólo alcanzo a
vislumbrar una oscuridad total, con una tenue luz al fondo, sin saber porqué,
me invade una atracción obsesiva por ver qué hay al fondo de todo... grave
error, pues al introducir mi cabeza en el agujero, siento una fuerza
incontrolable desgarrandome por dentro, intento sacar mi cabeza pero es
imposíble; algo me retiene succionándome hacia dentro, y de repente oigo esa
horríble voz; ese susurro demoniaco diciendo: "ya es nuestro"
Cloc, cloc
Cuando el matrimonio
marchó, la joven niñera se dispuso a dar de cenar a los pequeños y acostarlos,
estos le pidieron que les contara un cuento, esta improvisó un par de historias
en las que aparecían príncipes y princesas y los niños no tardaron en dormirse.
La joven, satisfecha, los arropó y con sumo cuidado y salió de la habitación con
sigilo, cerrando tras de sí la puerta.
Pasaron las horas y la chica se quedó dormida en el sofá. Sobresaltada se despertó, pues estaba sonando el teléfono que se encontraba en un rincón, cerca de la lámpara, descolgó el auricular pero nadie contestó, transcurrido un tiempo colgó el auricular y sin darle mayor importancia a este hecho, se dirigió hacia la cocina para prepararse un bocadillo. Se encontraba sosteniendo la puerta de la nevera y mirando con curiosidad hacia su interior cuando volvió a escuchar el timbre del teléfono y de nuevo salió corriendo hacia el salón para responder, pero tampoco esta vez se escuchó nada al otro lado, la muchacha empezaba a sentirse alterada; preguntaba incesantemente ¿Diga, diga? pero nadie contestaba. Finalmente se volvió a cortar la comunicación pero al poco rato sonó nuevamente el teléfono. Rápidamente lo volvió a coger y formuló la pregunta de rigor sin obtener respuesta, aunque esta vez escuchó un sonido peculiar: se escuchaba como un goteo de agua constante. Atónita soltó el teléfono y retrocedió unos pasos; no entendía qué estaba pasando. Nuevamente volvió a sonar el teléfono, esta vez tardó más en cogerlo pues temía lo que pudiera escucharse desde el otro lado; finalmente lo descolgó y se lo acercó poco a poco al oido como intuyendo lo que iba a oir: cloc, cloc... esto es lo que oyó. Aterrada tiró el auricular al suelo con rabia y le gritó de forma histérica al aparato: ¿Quién es?, ¿Qué es lo que quiere? pero el teléfono sólo respondía cloc, cloc... De nuevo lo volvió a colgar entre sollozos, pero éste volvió a sonar una vez colgado, la muchacha aterrada ya no se atrevió a descolgarlo; decidió ir a buscar a los niños y largarse con ellos a buscar ayuda: subió corriendo la escalera que llevaba al cuarto de los pequeños mientras por toda la casa resonaba incesante el timbre del teléfono.
Pasaron las horas y la chica se quedó dormida en el sofá. Sobresaltada se despertó, pues estaba sonando el teléfono que se encontraba en un rincón, cerca de la lámpara, descolgó el auricular pero nadie contestó, transcurrido un tiempo colgó el auricular y sin darle mayor importancia a este hecho, se dirigió hacia la cocina para prepararse un bocadillo. Se encontraba sosteniendo la puerta de la nevera y mirando con curiosidad hacia su interior cuando volvió a escuchar el timbre del teléfono y de nuevo salió corriendo hacia el salón para responder, pero tampoco esta vez se escuchó nada al otro lado, la muchacha empezaba a sentirse alterada; preguntaba incesantemente ¿Diga, diga? pero nadie contestaba. Finalmente se volvió a cortar la comunicación pero al poco rato sonó nuevamente el teléfono. Rápidamente lo volvió a coger y formuló la pregunta de rigor sin obtener respuesta, aunque esta vez escuchó un sonido peculiar: se escuchaba como un goteo de agua constante. Atónita soltó el teléfono y retrocedió unos pasos; no entendía qué estaba pasando. Nuevamente volvió a sonar el teléfono, esta vez tardó más en cogerlo pues temía lo que pudiera escucharse desde el otro lado; finalmente lo descolgó y se lo acercó poco a poco al oido como intuyendo lo que iba a oir: cloc, cloc... esto es lo que oyó. Aterrada tiró el auricular al suelo con rabia y le gritó de forma histérica al aparato: ¿Quién es?, ¿Qué es lo que quiere? pero el teléfono sólo respondía cloc, cloc... De nuevo lo volvió a colgar entre sollozos, pero éste volvió a sonar una vez colgado, la muchacha aterrada ya no se atrevió a descolgarlo; decidió ir a buscar a los niños y largarse con ellos a buscar ayuda: subió corriendo la escalera que llevaba al cuarto de los pequeños mientras por toda la casa resonaba incesante el timbre del teléfono.
Abrió la habitación de los niños pero ellos no se encontraban allí, el pánico se apoderó de ella y comenzó a gritar enloquecida rogando que parase aquel sonido pero éste no cesaba, comenzó a correr por toda la casa registrando cada una de las estancias sin éxito; los niños no aparecían por ninguna parte, sólo le quedaba buscar en el cuerto de baño: entró empujando bruscamente la puerta y allí estaban: sus ojos desorbitados no podían creer la escena que estaban contemplando: allí estaban las dos criaturas, flotando sin vida sobre el agua.
Años más tarde, la
joven acabó con su vida arrojándose por una de las ventanas del centro
psiquiátrico donde había sido internada. Los medícos que trataban su dolencia
habían logrado que recordara un hecho que ella había borrado de su memoria y
cuyo impacto emocional alteraba su noción de la realidad: meses antes de
ofrecer sus servícios como niñera se encontraba bañando a su hijo recien nacido
cuando sonó el teléfono, ella dejó al pequeño en la bañera y se fué a
responder, se quedó hablando por teléfono distraida y se olvidó del pequeño.
Cuando terminó la conversación, se percató subitamente de la irresponsabilidad
que había cometido y corrió velozmente hacia el cuarto de baño pero ya era
tarde: su hijo yacía sin vida flotando en la bañera y esta rebosaba por los
bordes con un chorro constante que al golpear contra el suelo producía el mismo
sonido que había quedado grabado en su mente: cloc, cloc...
Imaginario
Cuando tenia seis años,
no tenía muchos amigos, así que me hice un amigo imaginario, al darse cuenta de
esto, mis pedres decidieron llevarme a un psicólogo ya que según ellos, aquello
no era normal. Recuerdo que a él no le gustaba el psicólogo, era un adulto alto
con el pelo canoso y llevaba gafas...
El psicologo me preguntó:
-¿Por qué hablas sola?
-Yo no hablo sola…
-Bien, ¿entonces con quién hablas?
-Con mi amigo
-Y ¿Dónde esta tu amigo?
-Detrás de usted…
El psicólogo mira detrás de el y me dijo que no veía a nadie, lo cual hizo enojar a mi amigo…
No le cae bien: susuré
A la semana siguiente llamaron de la consulta para avisar que habían encontrado muerto al doctor; alguen lo había asesinado clavandole el bolígrafo en el ojo atravesando el cristal de sus gafas. Desde entonces, nadie ha osado cuestionar la existencia de mi amigo.
El psicologo me preguntó:
-¿Por qué hablas sola?
-Yo no hablo sola…
-Bien, ¿entonces con quién hablas?
-Con mi amigo
-Y ¿Dónde esta tu amigo?
-Detrás de usted…
El psicólogo mira detrás de el y me dijo que no veía a nadie, lo cual hizo enojar a mi amigo…
No le cae bien: susuré
A la semana siguiente llamaron de la consulta para avisar que habían encontrado muerto al doctor; alguen lo había asesinado clavandole el bolígrafo en el ojo atravesando el cristal de sus gafas. Desde entonces, nadie ha osado cuestionar la existencia de mi amigo.
Crash
Un hombre recorria una
carretera solitaria de noche, tras horas de monótona conducción, vislumbró que
había algo tendido en la carretera y cuando estaba cerca, vió que se trataba de
una pareja tendida en el suelo. La chica no se movía pero el chico gesticulaba
pidiendo ayuda. El hombre cogió a la chica entr sus brazos y ayudó al chico a subir,
condujo tan rapido como pudo hasta recalar en un hospital. Cuando llegó,
explicó todo lo que había ocurrido mientras sacaban a la desdichada pareja de
su coche. El hombre tuvo que esperar un buen rato hasta que apareció el doctor
a cargo de los pacientes.
-Doctor, ¿Cómo están,
salvarán la vida?
-Relájese... Vamos a ver, según lo que explicó a su llegada, encontró a dos jóvenes en la carretera ¿Es eso cierto?
-Sí, la chica no estaba inconsciente pero el chico me contó lo que ocurrió y me pidió que me diera prisa.
-Es que...todo lo que me cuenta es muy extraño: le pediría que hiciese un recordatorio exhaustivo de los hechos y que mire a su alrededor: los jóvenes de los que habla son quienes encontraron su coche volcado a un lado de la carretera; se quedó dormido mientras conducía y son ellos quienes le han traido hasta aquí.
-Relájese... Vamos a ver, según lo que explicó a su llegada, encontró a dos jóvenes en la carretera ¿Es eso cierto?
-Sí, la chica no estaba inconsciente pero el chico me contó lo que ocurrió y me pidió que me diera prisa.
-Es que...todo lo que me cuenta es muy extraño: le pediría que hiciese un recordatorio exhaustivo de los hechos y que mire a su alrededor: los jóvenes de los que habla son quienes encontraron su coche volcado a un lado de la carretera; se quedó dormido mientras conducía y son ellos quienes le han traido hasta aquí.
Papá
-¿Has visto a mi papá?
susurró una voz infantil desde el otro lado de la puerta
No se escuchó nada más, por un breve periodo de tiempo no se atrevió a moverse ni a respirar. Poco a poco se acercó a la puerta y se asomó por la mirilla, no había nadie. Quitó el cerrojo, lentamente giró la perilla y abrió la puerta. El pasillo estaba desierto, volvió a entrar en su habitación y cerró la puerta. Puso el seguro y caminó hacia el centro de la habitación…
No se escuchó nada más, por un breve periodo de tiempo no se atrevió a moverse ni a respirar. Poco a poco se acercó a la puerta y se asomó por la mirilla, no había nadie. Quitó el cerrojo, lentamente giró la perilla y abrió la puerta. El pasillo estaba desierto, volvió a entrar en su habitación y cerró la puerta. Puso el seguro y caminó hacia el centro de la habitación…
-¿Has visto a mi papá?
la voz que sonó dentro de la habitación le hizo resbalar al girarse bruscamente
y cayó al suelo de bruces: dentro de su habitación había una niña con un osito
de peluche en la mano y su rostro cadavérico lo paralizó de miedo.
-Aléjate balbuceó
mientras veía con impotencia a la niña acercandose hacia él
-Papi susurro la niña
mientras extendía sus brazos hacía él.
-¡No, déjame, yo no soy tu padre gimoteaba con desesperación.
Papi repitió la voz, la niña lo abrazó con su tacto gélido y este sintió un aire humedo envolviendole como si hubiese caido en un hoyo profundo para ser sepultado bajo la tierra del cementerio.
-¡No, déjame, yo no soy tu padre gimoteaba con desesperación.
Papi repitió la voz, la niña lo abrazó con su tacto gélido y este sintió un aire humedo envolviendole como si hubiese caido en un hoyo profundo para ser sepultado bajo la tierra del cementerio.
Los peritos de la
policía acordonaban la habitación donde yacía su cuerpo mientras un detective
incrédulo formulaba la misma pregunta por enésima vez al botones.
-Entonces usted subió
sus maletas y no volvió a tratar con él...¿Pero no notó algo raro; una señal,
un gesto algo fuera de lo común?
-Nada señor, más bien todo
lo contrario, no hubo nada que me hiciera recordar su cara: dijo
"gracias" cogí la propina y me fuí.
-Está bien, creo que
será suficiente, puede retirarse dijo el detective dándose la vuelta con
resignación.
El botones se levantó
de la silla y abandonó la habitación con gesto apurado.
-Muerte natural: concluyó el detective-Pero...¿Porqué aquí precisamente?Encárguense del cuerpo y agilicen los tramites para la autopsia: les ordenó a sus subordinados.
-Muerte natural: concluyó el detective-Pero...¿Porqué aquí precisamente?Encárguense del cuerpo y agilicen los tramites para la autopsia: les ordenó a sus subordinados.
Al salir de la
habitación sintió un aliento frío rozandole la nuca, terminó de bajar las
escaleras, pasó junto a la recepción, salió del hotel y subió al coche, puso en
marcha el motor y se alejó del hotel, pero mientras se alejaba, sintió la
tentación de mirar por el espejo retrovisor. Parado en la entrada estaba el
difunto acompañado por una niña de rostro palido y cadaverico que sujetaba un
osito y le decía adiós con la otra mano mientras se perdía en la distancia.
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