Colmillos

Lentamente fuí abriendo los ojos en las tinieblas de mi habitación. Entre temblores intenté reincorporarme pero mi cabeza se puso a girar siguiendo el movimiento rotatorio de mis pupilas, un intenso sabor a sangre inundaba mi paladar. Después de unos minutos buscando algún vestigio de cortadura o infección, sentí el tacto de un cuerpo extraño emergiendo desde el interior de mi boca; eran unos colmillos largos y afilados que habían crecido sin tener constancia de ello, notaba que mis dientes habían cambiado de lugar de modo que los molares ahora estaban en el lugar de los caninos, y los incisivos dispersados alrededor de toda mi boca; jamás había sentido nada parecido. Apenas me sostenía en pie y el corto camino que conducía hasta el baño se convirtió en un torpe balanceo. Las paredes parecían dilatarse desfigurando el espacio a mi alrededor, las nauseas no tardaron en aflorar y al doblarme con la primera arcada sentí un vacío profundo de costillas y piel allí donde debían estar mis organos. Hubiese querido vomitar mis entrañas muertas pero apenas logré regurcitar un hilo viscoso que tuve que escupir desde mis comisuras. Pensando en la forma de recordar los sucesos acaecidos durante las pasadas horas y abrumado por la incapacidad de conocer mi propia identidad, olvidé que estaba frente al espejo del baño y al percatarme de ello, sentí un profundo estupor al advertir que mi imagen no aparecía reflejada sobre la lisa superfície pulida, entonces empecé a comprender la naturaleza de mi nueva existencia...

Los amantes

Se despertó súbitamente, era como si todo hubiese sido un mal sueño, pero cuando vió las agujas insertadas en su brazo, los hechos volvieron a fluir por su mente, movía los ojos recuperando poco a poco la visión, la luz del sol entraba por las ventanas de la habitación, pintada completamente de blanco. Se percató que estaba tendido en una cama, un destello súbito lo iluminó repentinamente, la cruda escena de un choque automovilístico y un  estallido ensordecedor retumbó en sus tímpanos. Lanzó un grito al recordarlo todo y siguó gritando llamandola por su nombre como si al hacerlo pudiera lograr que volviera, al escuchar aquellos gritos y sollozos, acudieron las enfermeras, para administrarle un calmante, el comenzó a forcejear porque quería permanecer consciente pero finalmente, la aguja atravesó su brazo y cayó en las profundidades del sueño pero antes de que cerrara los ojos, pudo verla frente a la puerta de cuarto, le envió un beso con la mano y desapareció por el pasillo. Al día siguiente se encontraba despierto en compañía de sus padres, el no hablaba, solo mantenía la vista fija en el techo sin hablar con nadie; tampoco permitía que le dieran de comer, le administraron alimentación intravenosa, pero él no avanzaba en su recuperación, sus heridas no curaban, y cada día que pasaba, estaba más débil, después de dos semanas, la muerte vino a buscarle, fue una muerte deseada: morir sin darse cuenta mientras reposaba en la cama, entonces ella regresó para buscarle, y marcharon cogidos de la mano sin que nadie les viera, un cálido beso les hizo revivir las sensaciones perdidas, por fín estaban de nuevo juntos.

Consecuencia

Vivo entre dos mundos soy una niña y soy una adulta porque conservo los rasgos y el físico propios de la infancia y porque he entrado por fuerza y contra mi voluntad en el mundo de los adultos descubriendo su parte más súcia y perversa: esos caramelos que se convierten en veneno amargo, esa calidez mimosa que de pronto te ahoga convirtiendo los algodones en nauseabundos pozos de lodo. No fuí yo quien eligió su destino, alguien me invitó y ahora duerme en la habitación de al lad, pero el que duerme ahí no es mi padre, le acabo de arrebatar ese título; es un derecho que tengo reservado, lo siguiente es consecuencia de ello y tendrá lugar a continuación pues la venganza es un plato que, según dicen, se sirve frío…

El desafío

Empezó con una simple bala. La colocó cuidadosamente en el cargador, hizo girar el tambor y amartilleó el arma. Ejecutó todo con una tranquilidad pasmosa, como restándole dramatismo a la situación, puso el cañon sobre la frente y apretó los dientes al mismo tiempo que apretó el gatillo; el vértigo de esa primera experiencia disparó su adrenalina, era un equilibrista que había cruzado un cable de alta tensión colgando entre rascacielos sin red de contención. Pero una sombra más oscura que la noche se había ceñido sobre su existencia y lo que empezó siendo un juego terminó convertido en una rutina necesaria dentro de ese mar de inapetencias que era su vida. Cuando el fantasma vino a verme, ya traía el signo inequívoco de la muerte grabado en la frente, impreso en su naturaleza fantasmagórica, llevaba un colgante de sangre y masa encefálica suspendido en la sien y ostentaba esa actitud burlona de los escépticos que se creen más listos que el resto, le di a escoger una carta por pura formalidad, obviamente, se quedó con la única carta que podía elegir alguien en su situación, aquello empezaba a incomodarme, no por miedo, sino porque no es aconsejable permanecer mucho tiempo frente a un muerto por suicídio, puse la carta boca arriba y él se mostró suspicaz, aunque en el fondo yo me di cuenta que la imagen lo inquietaba. Después dijo querer saber cómo iba a morir. Me tomé mi tiempo para contestar porque no sabía qué decirle, él me hizo un gesto obsceno y después desapareció, con esa risa hueca que tienen los fantasmas...

Sangre



Estaban muy cerca, y pronto acabarían atrapandole, huía desesperado cuando agudizando la vista pudo atisbar una salida, luchando contra el dolor que torturaba su maltrecho cuerpo, se acercó para examinar la grieta y retirando como pudo la maleza, se introdujo en la hendidura, esta se internaba tortuosamente a través de una estrecha garganta, de bordes afilados, esperanzado, avanzó por ella varios centenares de metros, hasta que llegó a un valle brumoso plagado de matorrales y baja arboleda, atónito, vagó a través de él. Una rara familiaridad acompañaba sus pasos, como si su mente recordara haber estado antes en aquel lugar, hacia el interior del valle encontró varios monolitos formando un túmulo circular y en el centro del amplio perímetro, un altar de piedra presidía lo que parecía ser un antiquísimo templo, allí recordó el origen de su pueblo, que se remontaba a la noche de los tiempos: estos adoraban a los dioses de la noche, sus sacerdotes sacrificaban a sus enemigos e incluso a sus primogénitos más preciados en hoscos altares de roca, para reclamar el favor de sus deidades, siglos de adoración les hizo creer que eran auténticos dioses y su arrogancia fue su perdición: el Padre Supremo renegó de ellos, condenándoles a llevar el estigma de los semidioses a quienes adoraban, muchos de ellos huyeron, renegados y malditos hasta el fin de sus días, otros se escindieron olvidando sus orígenes y hundiéndose en el abismo de la barbarie, sin embargo, en las leyendas aún se les recordaba como seres míticos, sobrenaturales y dotados de una fuerza excepcional.
Respiró hondo, una fina capa de sudor envolvía su cuerpo, un escalofrío bajó por su espina dorsal. Súbitamente, un intenso dolor le golpeó como una maza y le hizo caer de bruces, arañó el suelo en su frenético intento de calmar la agonía que hería sus carnes, la sangre le hervía, su corazón latía desbocado, gritó preso del dolor y de la rabia, el crujido de sus huesos inundaba sus oídos hasta que cesó el tormento y las convulsiones, entonces se incorporó notando que sus ropas, desgarradas e inservibles, estaban hechas un amasijo; espesas matas de pelo le cubrían por entero; mirando sin reconocerse, vio sus brazos acabados en dedos de afiladas zarpas, una ola de fuerza llenaba cada fibra de su ser, su poderoso y tupido pecho daba paso a una cabeza descomunal, de largo morro y afiladas orejas. Tensando el pecho, alzó sus ojos que eran delgadas y relucientes rendijas y profirió un aullido prolongado que reverberó por todo el valle. Ahora, el horror antropomórfico en que se había convertido, pudo escuchar las voces distantes que delataban a sus perseguidores. Abriendo una boca llena de agudos dientes la criatura esbozó una siniestra sonrisa: había comenzado la caza.

La carretera

Decidió partir a media tarde para visitar a su família con motivo de las Navidades, el primer lugar donde paró fue en un area de descanso a mitad de camino, pasó su bandeja por el buffet libre,  pagó en caja y se sentó para llenar su estómago con los mejunjes recalentados y
el café aguado que había escogido para su desayuno. En una esquina se encontraba una señora con aspecto de mendiga merodeando por las mesas, buscó una moneda en su bolsillo, y cuando estuvo a su lado, la puso en su mano y siguió comiendo, pero al percatarse de que la mendiga no se apartaba de su lado, alzó la vista con gesto interrogante.-Vea lo que vea, siga su camino y no pare hasta que llegue a su destino: susurró la mendiga antes de alejarse.Terminó de comer y prosiguió su camino, durante el trayecto no paraba de darle vueltas a la cabeza pensando una y otra vez en lo que dijo aquella anciana. Llegado a un punto de su trayecto, decidió abandonar la seguridad de la autopista y desviarse por la carretera comarcal, ya que era el camino más corto y efectivo, de pronto, sintió que su pie pisaba cada vez mas fuerte el acelerador, empezó a inquietarse, prosiguó a toda velocidad sin poder aminorar a marcha cuando observó por el retrovisor a una persona flotando justo detrás del auto, intentó ir más rápido pero ya estaba apurando el motor al máximo, calmándose cerró los ojos para aclarar su mente y recordó las palabras de aquella anciana: "Vea lo que vea, siga su camino y no pare hasta que llegue a su destino" Empezó a estremecerse, volvió a mirar por el retrovisor y allí seguía aquella cosa, el motor echaba humo pero la imagen no se alejaba ni se desvanecía, sin despegar los ojos del espejo siguió acelerando, de repente miró hacia delante pero ya era tarde, respiró con todas sus fuerzas y esperó el impacto con resignación. 
Se despertó en una camilla que estaba siendo subida a una ambulancia, lanzó una mirada furtiva a su alrededor y vió a la mendiga entre los curiosos que se habían congregado en la carretera, mirandole con una sonrisa condescendiente. Cuando las puertas de la ambulancia se cerraron, cerró el tambien los ojos, dejó rodar unas lagrimas y cayó en un profundo sueño.

Humeda

Cuando él se despertó, no parecía el mismo; su mirada estaba perdida, sus ojos enrojecidos, estaba más frío y pálido que nunca, y ella olía tan bien...no podía resistirse, había cometido un error al irse a vivir con ella, pero estaba tan húmeda dentro de la ducha, tan irresistíble...pensó que podría mantener la calma pero no fué así, su instinto asesino era incontrolable. Se metió en la ducha con ella, poseido por sus deseos, ella no supo entenderlo y se entregó a él, y al poco rato, ya estaba tendida en sus brazos, inerte y él la abrazaba llorando de impotencia: le había arrebatado la vida y nunca se lo podría perdonar. A fin de cuentas era un vampiro, ¿Qué otra cosa podía hacer? Ella olía tan bien y él tenía tantísima hambre...pero ahora estaba solo de nuevo, este era su destino y su castigo

El chico

Todo empezó cuando fui al cumpleaños de una amiga, allí conocí a muchas personas y me divertí bastante, tambien conocí a un chico, era extraño pero me gustaba, a los pocos días acabé enemorandome de él, me hechizaba con su mirada, era algo mayor que pero no me importaba, al princípio solía mostrarse atento y cariñoso, pero un día le dije algo que no le gustó y sin previó aviso,  me dió un golpe que me lanzó contra el suelo, al llegar a casa, mis padres no paraban de preguntarme por aquel moratón y tuve que inventarme una mentira, el cada vez se mostraba más temperamental y aunque no le comprendía, lo aceptaba, despues de todo, yo le quería y no me importaba si de vez en cuando me golpeaba, total, si le servía para desquitarse, todo iría bien...un día me escapé con él a una cabaña donde viviríamos solos y felices y aquí es donde he acabado, atada y esperando que alguien escuche mis gritos.

Represaliado

Nunca imaginé que existía este rincón apartado del mundo, siempre fui muy escéptico y confiado con mis actividades subversivas pero ahora que estoy aquí en persona, diría que es igual a como lo describen quienes aseguran haber estado aquí encerrados, nunca pensé que existía un chivato entre nosotros, que irrumpirían en una de nuestras reuniones clandestinas por sorpresa y que terminaría confinado en en este templo subterráneo del sufrimiento, llevo días sin dormir aunque no siento agotamiento físico, es como si miles de cuchillas afiladas atravesaran mi cuerpo al unísono, aquí se vive una actividad frenética, veo a los celadores esperar su turno para hacerme su juguete de macabros juegos, y cada vez que hacen cambios o se turnan, usan nuevas formas de tortura.
Aquí se escuchan las súplicas de otros presos, eso me hace pensar que ellos pueden a su vez escuchar las mías, creo que llevo 24 horas sin dormir, pero no siento sueño ni agotamiento, en una ocasión traté de escapar pero todo fué en vano, mi cuerpo no respondía correctamente y apenas pude dar 11 pasos contados, muchas veces he planeado mi huida de forma meticulosa, pero al ver a otro anticipandose a mi idea, decidí que sería mejor aguantar.
Día tras día se reanudan los interrogatorioa, siempre las mismas preguntas, la misma conversación absurda y tras largas horas de tortura, regreso a mi celda donde paso horas ahogado entre mis propias heces y orines, a veces me lanzan un cubo de agua helada y la sensación de frío perdura durante todo mi encierro, hoy tengo una sensación nueva: por fin llegó mi turno: hoy atravesaré la puerta metálica de la que nadie regresa; esta vez es la definitiva...

Memento

Cuando llega el momento, no hay arpas ni coros celestiales, tampoco existen los mares de lava donde arden las almas de los impíos en tormento perpétuo: llegas a un valle oscuro y silencioso cuyo suelo emana vapores de materia en descomposición, un viento gélido arrastra nubes negras de ceniza que flotan en lo alto sumiendo al lugar en una noche perpétua, miras hacia la lejanía y tu vista sólo alcanza a ver una llanura desoladora apenas interrumpida en su lúgubre monotonía por arboles resecos de ramas retorcidas, echas a caminar  y el frío se introduce en tu cuerpo carcomiendo tus huesos.
Nunca estás lo suficientemente lúcido ni tampoco lo bastante aturdido como para que no puedas cabilar y formularte preguntas para las que no tienes respuesta y todo tu pensamiento se reduce a dos únicas premisas: ¿Estoy vivo o muento? ¿Y si estoy vivo, cuando terminará este sueño? Al rato, percibes que tu noción del tiempo ha cambiado, y piensas que puedes llevar horas allí perdido, días quizá, o años y hasta siglos, y en tu deambular, encuentras seres que vagan desorientados y sin rumbo, y al verles, piensas: yo no soy como esos vagabundos harapientos ¿Qué relación puedo tener yo en común con ellos? sus ropas están raidas y se caen a jirones, llevan la muerte reflejada en sus caras, sus ojos se hunden en sus cuencas, su piel es grís y traslúcida y sus cuerpos famélicos rezuman podredumbre.
Más tarde, descubres que eres uno más entre la multitud perdida que puebla estos parajes y que tu alma emponzoñada es el cuerpo que se pudre sin llegar nunca a descomponerse por completo; el vivo reflejo de aquello que fuiste en vida...

Esto es lo que os espera en el otro lado, así que disfrutad del dinero robado mientras aun estais con vida, regodeaos con el mal causado por vuestros engaños y disfrutad con el dolor de vuestras víctimas por que todo el tiempo de vuestra vida, apenas equivale a un microsegundo de estancia en la que será vuestra última morada.

Desde el Más Allá

Era una noche fría y lúgubre, que amenazaba tormenta y yo me encontraba en mi habitación, leyendo para conciliar el sueño cuando la luz en todo el edificio se fue de repente, dejando mi habitación sumida en la oscuridad, Iluminándome con la pantalla del móvil me quedé con la vista fija en la puerta de mi cuarto, como si presintiera que alguien fuera a abrirla en cualquier momento, entonces el rostro pálido y muerto de una niña tomó forma poco a poco, algo gritó en mi interior mientras sostenía la mirada de aquel rostro pero no pude soportar la visión de aquella criatura que seguía con la vista clavada en mí, retándome a examinarla de cerca.
La luz acabó volviendo y todo volvió a la normalidad, pero una extraña angustia se había adueñado de mí, y cada pequeño sonido que se oía en el solitario piso llegaba  hasta mis oidos incrementado, trataba de mantener los ojos apretados, intentando resistir la tentación de abrirlos hasta que pude sentir con perfecta lucidez como algo empujaba lentamente las mantas hacia afuera durante unos segundos. El corazón se me disparó y me aferré a ellas con fuerza, un frió paralizante me estaba helando los miembros, puse ni cabeza bajo la almohada hasta que cesaron los forcejeos.

Intentando recuperar la respiración, me quité la almohada de la cabeza y este movimiento hizo que el movil se deslizara hasta caer al suelo justo en los bajos de la cama, tragando saliva me encaramé hasta abajo tanteando el suelo con la mano, cuando un rostro surgió frente a mí bajo la cama, noté como una fuerza enorme me oprimía el pecho difuminando todo a mi alrededor para ver tan sólo la figura bamboleante que avanzaba a gatas hacia mí, yo estaba paralizado, y ella se acercaba cada vez más y más...y cuando agarró mi cara con sus frías manos, sentí como todo se fundía en negro, para siempre.

El pelotón

Llegaron a la casa donde según informaciones confidenciales, se habían cobijado algunos rebeldes y siguiendo el protocolo habitual, enviaron al más recluta del grupo como avanzadilla para que inspeccionara el lugar, como en el ejército no se discuten las ordenes, entró en aquella extraña casa mientras los demás esperaban afuera, de pronto se escucharon los gritos del  joven, seguidos de disparos y sin perder un segundo, el resto del pelotón cargó las armas y entraron apresuradamente en la casa, allí no había luz, solo disponían de una linterna y de sus armas, una vez dentro, hallaron al soldado tumbado boca abajo en el suelo, inerte, le tomaron el pulso y comprobaron que estaba muerto, entonces escucharon algo en el otro extremo de la casa y se dirigieron todos hacia allí, pero para sorpresa de todos, no encontraron nada, de pronto, quien iba en retaguardia notó algo detrás suyo, se giró y con los ojos desorbitados, vió al recluta delante suyo flotando, con los ojos en blanco y una sonrisa burlona en sus labios, de modo que empezó a dispararle, los demás le secundaron y pronto se pusieron todos a disparar hasta que vaciaron sus cargadores, y viendo que las balas no le hacían efecto, corrieron en desbandada por toda la casa agolpandose contra las ventanas, una vez fuera siguieron corriendo colina abajo sin mirar atrás, en su huida arrojaron armas y pertrechos, para que estos objetos no estorbaran su huida, cuando llegaron al cuartel, contaron todo lo ocurrido y tras días de interrogatorios fueron sometidos a un consejo de guerra del que fueron absueltos por circunstancias mayores: varios testigos del lugar aseguraban haber visto a seres que parecían humanos pero que levitaban en el aire, se transformaban en animales y extraían la sangre al ganado.

Camino a casa

Caminaba sin rumbo fijo, sin saber donde se encontraba ni hacia donde encaminaba sus pasos, el palido fulgor de la luna era su única guía, el viento zumbaba en sus oidos y una espesa niebla flotaba a su alrededor, por alguna razón no podía detenerse, simplemente caminaba sin cesar aunque no sentía el cansancio, tampoco le afectaba el frío de la noche.

Traspasó la verja de acero y se adentró a través de un jardín de estatuas y monolitos esculpidos en marmol, y después de atravesar el lugar hasta su confín más recóndito, se paró frente a una de esas rocas grises en cuya superfície figuraba una inscripción con su nombre, el día, mes y año de su nacimiento y la fecha de su muerte; el hazar lo había llevado una vez más hasta su casa.

La puerta

Trabajo en un colegio de enseñanza secundaria y desde hace algunos meses, mis compañeros descuidan sus clases y se ausentan con frecuencia, creo que el problema no radica en los conflictos inherentes a nuestra situación laboral sino en las propias condiciones del establecimiento, falta personal y los baños apestan a orin, el mobiliario de las aulas está destrozado, las paredes escritas hasta el techo, es todo un verdadero desastre.
La semana pasada,reparé en una puerta a la que nunca había dado importancia con anterioridad, me acerqué y traté de abrirla, pero esta no cedía, pedí la llave al conserge y este me dijo que no había ninguna copia, esto alentó mi curiosidad y comencé a realizar preguntas sobre ese lugar, lo cual pareció incomodar a la dirección del centro, ya que fuí citado a dicha oficina y recibí una severa amonestación verbal por parte del director quien me instó a deponer mi actitud bajo amenaza real de despido.

La reprimenda tuvo un efecto contrario ya que acrecentó mi interés por saber qué había tras esa puerta, planifiqué mi incursión con la minuciosidad de un ladrón nocturno y accedí al edifício cuando nadie podía verme, me colé por el patio y me dirigí hacia la entrada con mi juego de ganzúas y para cuando quise percatarme, ya me hallaba rcorriendo los pasillos, camine a tientas pues estaba todo muy oscuro, encendí mi linterna y proseguí mi camino, el miedo se iba apoderando de mí poco a poco, además mi cabeza me jugaba alguna que otra mala pasada: cualquier sombra fugaz o un simple reflejo a través de las ventanas me hacia creer que había visto a alguien o algo… estaba aterrado, escuchaba voces a mi alrededor, gemidos y susurros infantiles, caminaba cada vez más despació con rumbo inexorable hacia la puerta...y cuando estuve frente a ella comencé a tantear con mis herramientas, fué un pulso entre la ansiedad y el miedo que sentía.
Abrí y entré iluminando el interior con mi linterna pero para mi sorpresa, allí no parecía haber nada extraño, era sólo un espacio vacío y en desuso, el haz de la linterna iba recorriendo la sala con una trayectoria erratica y aleatoria, describiendo rectas y círculos al hazar, hasta que una presencia fugaz logró captar mi atención y puse la luz enfocando hacia ella: era una niña de unos ocho años, vestida de blanco su cuerpo parecía traslúcido y sus ojos no tenían iris, sentí como mi corazón se paraba al verla y sin pensarlo, eché a correr como un poseso por los pasillos, mientras corría, miraba hacia atrás y veía como esa niña me seguía por detrás caminando pero sin que pudiera por mi parte ampliar la distancia que me separaba de ella por más que me esforzara en correr.
Corrí sin descanso y llegué hasta mi casa, no volví al colegio en una semana pues me costaba asimilar lo vivido, hoy me he levantado y he mirado a través la ventana...la niña está ahí afuera, esperandome.

Línea directa

Mi padre siempre temió ser sepultado en vida, tal es así que obedeciendo a sus propios dictados y en previsión de que ese miedo obsesivo que le atenazaba pudiera hacerse realidad, hizo instalar un teléfono en la cripta de la familia que le permitiera llamar a casa con sólo descolgarlo. Hubo noches en que despertaba alterado por sueños recurrentes, algunas veces lo había sorprendido llorando en mitad de la noche pero yo fingía no saber nada.
Esto ocurrió hasta el día de su muerte, papá fue llevado hasta su mausoleo, y se ofició una misa conmovedora por la paz de su alma, concluida la cual, regresamos afligidos a casa. Durante los días siguientes hubo mucha tensión en la família, mamá no cesaba de llorar, se alteraba con demasiada facilidad y solía mostrarse ausente, como alienada. Esto se fué agravando con el paso de los días hasta que una tarde preocupado por su estado y porque mis hermanos no le prestaban la debida atención, traté de comunicarme con ella, pero la línea estaba ocupada, lo cual me extrañó, pues mamá no solía hacer llamadas tan extensas. Al llegar a casa, percibí algo extraño en el ambiente, subí las escaleras y cuando llegué arriba, se confirmaron mis temores: mi madre estaba sentada en el sillón totalmente rígida y el teléfono aun sujeto en su mano, no daba señales de vida, y así lo comprobé cuando le tomé el pulso: había ido a reunirse con mi padre.

Pero lo más extraño llegó al revisar la ultima llamada recibida: el número que aparecía en la pantalla pertenecía al teléfono de mi padre...
Al llegar a la cripta familiar, descubrimos que la puerta había sido forzada y cuando accedimos al interior, vimos que su cadáver presentaba el mismo deterioro que un cuerpo a las dos semanas de su muerte, los saqueadores se habían llevado todo cuanto allí había de valor y en cuanto al teléfono...como pudimos comprobar, había sido descolgado.

Soledad

Cuando vió a su esposa, con aquella expresión de placidez dibujada en el rostro, supo que estaba muerta. Desde entonces, cada vez que el sueño le vencía, dormía con el único deseo de no despertar nunca más, de morir igual que ella, para que los recuerdos dejaran de torturarle y así marchar a su encuentro, vivir en aquella casa significaba una tortura diaria, cada rincón, cada objeto le recordaba a ella, no podía soportarlo durante más tiempo, aquel silencio persistente habría desquiciado a cualquiera, pero no a él. Su mente estaba en otra parte, quizá en un lugar entre el mundo de los vivos y el de los muertos, vivió así durante algunos años hasta que un día, abandonó la que había sido su casa y echó a caminar sin rumbo. La fría brisa y la escarcha fueron borrando todo recuerdo de su mente, paso a paso, fué acercandose a su destino, iba tan ensimismado que no se percató del intenso frío que castigaba su frágil cuerpo, y los últimos rayos arrojados por el sol en su ocaso fueron los últimos que recibiría. Anticipándose a las tinieblas, cruzó el bosque y caminó hasta que cayó fatigado entre las hojas, el barro y la nieve y el corazón le dio un vuelvo al vislumbrar una luz entre los árboles, una luz blanca como la luna, que se acercaba lentamente, tras la luz se adivinaba una silueta y cuando la tuvo delante, un resplandor iluminó la oscuridad del lugar, una mujer caminaba hacia él, toda ella vestida de blanco, sentía calor y notaba como sus párpados le vencían, sólo quería descansar, por eso se abandonó al sueño sin ofrecer resistencia alguna, con una sonrisa en sus labios.

Estiercol

El corredor del más allá sólo de adentra en las profundidades de lo desconocido; hacia el nivel más profundo de la consciencia humana, la muerte es el reflejo de la luz sobre la materia. Un tremendo aullido resonó en estos muros tiritantes, mientras dormitaba en una de las celdas de este monasterio, me despertó el eco sobre mi ventana, pero al acercarme, atraído por el ruido, no pude creer lo que estaba viendo: pegada a la fachada del edifico, como una araña, apareció una joven, una niña apenas entrada en la pubertad con una de sus manos pegada al cristal, sonriéndome, mostrándole sus dientes puntiagudos, como si quisiera llamar mi atención La chica comenzó a hablar, pero su débil voz apenas era audible.
Salí hacia afuera y bajé las escaleras, pero cuando me encontraba frente al muro, ya no había nadie allí arriba, tan sólo se podían apreciar unas pequeñas huellas que seguían el curso de un sendero, sin embargo, estas se perdieron pronto en el cenagal tan pronto me puse a seguir su rastro, sólo un rancio aroma a podredumbre, fango y naturaleza muerta como respuesta a mis dudas, pronto sentí una inminente llovizna y entré de nuevo en el edifício resuelto a desentrañar el enigma, encendí la vela y poco a poco, me adentrando en las entrañas de aquella profundidad cavernosa hasta que esta me cubrió por completo, bajé la escalinata y llegué al foso donde el olor a podredumbre se sentía aun con más con intensidad, como si hubiesen dejado un montón de manzanas pudriendose en la oscuridad, acerqué la luz a un enorme montículo de porquería: se trataba de una minúscula estancia repleta de estiércol, donde brotaba hongos de todas las clases, allí reinaba un profundo silencio. Escuché, prestando mucha atención, hasta que sentí un débil lamento y los hongos comenzaron a temblar, apareciendo la imagen de un cadáver putrefacto encima de ellos, la calavera parecía reirse a carcajadas y un montón de gusanos poblaban su cuerpo: era ella; la joven de la que hablaban todos los frailes, y que según decían, andaba por las paredes como una araña, no era más que una niña huérfana que buscó asilo en los sótanos del monasterio siglos atrás, una muchacha abandonada a su suerte, como otros muchos jóvenes que seguramente sobrevivió a las guerras y a la hambruna viviendo como una salvaje en medio de los bosques...hasta que recaló en los muros de aquel monasterio.

El tren llegó puntual

Se había alistado muy joven, tenía sólo 18 años cuando le conocí y desde el primer momento en que lo vi, me enamoré de él. Apenas llevábamos una semana viéndonos cuando me dijo que su unidad había sido movilizada y que tendría que partir en breve hacia el frente ruso, a la noche siguiente, el teléfono de casa sonó mientras estábamos cenando, yo escuché su voz un poco alterada, pero supuse que era por las circunstancias, me dijo que tenia que verme urgentemente antes de irse, sin pensarmelo dos veces, salí de mi casa rápidamente dejando a mis padres con la palabra en la boca y cuando llegué a la plaza, Jünger estaba sentado en uno de los bancos mirando hacia el suelo, apesadumbrado, me senté a su lado y él tomó mi mano diciéndome que necesitaba verme por ultima vez antes de irse, sus ojos estaban tristes y apagados, de pronto sopló un fuerte viento, el me beso, me abrazó y me dijo que siempre me amaría, yo rompí a llorar sin saber porqué y cuando él se levantó, lo ví perdiendose silenciosamente entre la niebla Regresé a mi casa llorando y cuando llegué, encontré a mis padres y a mi hermana mirándome consternados, me dijeron que el tren donde viajaba Jünger había sido bombardeado por la aviación y que no habían supervivientes, yo me quede helada, muda ¿Como era eso posible si apenas, unos minutos antes él había estado conmigo? Me dijeron que el Estado Mayor había informado a través de la radio justo a las 11 de la noche; así que Jünger ya estaba muerto cuando yo lo vi... el tren llegó puntual a su destino.

Sofismas

El Enemigo del hombre es un ángel tenebroso que tiene su residencia en el inframundo, descendió al Plano físico material en los tiempos que acompañaron a la involución del hombre y su descenso posterior hacia el mundo material, puede comunicarse a través del hemisferio izquierdo de nuestro cerebro por donde fluyen nuestros instintos primarios. La mente que piensa o que obra mal, reabsorbe lo que ha emitido por intermediación de la Ley causa y efecto; codícia, envídia, mezquindad y arrogancia son los heraldos del Enemigo del hombre; obrar con justícia es la escoba que barre a estos mensajeros nefastos o ángeles malignos.
Hay una voz en el corazón que siempre nos pone sobre aviso contra toda fuerza oscura; aquél que obedece esa voz que viene de su interior nunca sucumbirá. A veces el Rey de las tinieblas nos ofrece poderes y sabiduría con tal que le enviemos nuestro consentimiento. Con esto le otorgamos nuevos poderes y eso se llama pactar con el demonio, acto al que muchos se han prestado firmando con su propia sangre a cambio de bienes materiales o para medrar en la sociedad.

Existen ciertas frases sofísticas que alimentan a las mentes oscuras, son mensajes sutiles que obligan al hombre a servir a los lideres de lo oscuridad, podeis identificar esas frases en buena parte de los mensajes que día a día os llegan a través de las vallas publicitarias o de los medios de comunicación.

Cortesía

La niña lloraba y gimoteaba sin parar y no se calmó, hasta que me levanté de su tumba donde me yo me había sentado por unos instantes a descansar, noté su reacción hostil porque yo soy muy receptivo y ahora no se cómo hacerle entender que no obré de mala fe, pues cada noche me viene a visitar y me observa inmóvil, pálida y sombría frente a mi cama mientras yo trato inútilmente de dormir.

Agua roja

Llevaba días planeando mi acto y sopesando detenídamente las consecuencias de aquella decisión tan grave que había nacido en la desesperación de mi fracaso como estudiante, pero mis esfuerzos por seguir el camino trazado por mi honorable progenitor habían sido estériles; no reunía las aptitudes que llevaron a mi padre hasta la cima y mis manifiestas limitaciones eran un estigma que podía socavar por sí mismo el buen nombre de mi família.
Mi vida iba escurriéndose lentamente a través de mis venas abiertas, mi pulso se desvanecía, el agua comenzaba a desbordarse del recipiente, improvisando una fuente rojiza con el líquido que fluía a borbotones de mis muñecas abiertas; había logrado un corte profundo y horizontal, casi perfecto...
El silencio y la paz fueron sensaciones pasajeras que fueron rotas por el ruido de aquellos golpes continuados: era mi padre que, rabioso y desesperado, me pedía a gritos que abriera la puerta, yo hice caso omiso a sus requerimientos, no podían cambiar mi destino.
Proseguí con mi espera, y entonces apareció, estaba junto al lavabo, sus ropas eran tan negras como el mar de Tokio sin Luna, y pese a no tener cara, me observaba con una expresión muy severa, me llevé una mano a la boca para ahogar el grito de horror que afloraba en mi garganta.
Afuera, un gran alboroto se había desatado, mis padres no cesaban de gritar, sus voces amartilleban mi cabeza y en ese instante me desvanecí sumergido en un mar escarlata de glóbulos carmesí.

De pronto

Aquella anoche me acosté tarde y me tumbé, como de costumbre, a un lado de la cama, mientras dormía, sentí el peso de otro cuerpo sobre el colchón, y como alguien se deslizaba hasta mi lado, en sueños no le dí demasiada importancia, hasta que desperté de un sobresalto que me hizo brincar de pánico mientras mi corazón latía desesperado, no sabría decir qué me provocó mayor estupor ; si sentir aquellas manos heladas que me abrazaban o recordar que yo vivía solo.
Humeda

Cuando él se despertó, no parecía el mismo; su mirada estaba perdida, sus ojos enrojecidos, estaba más frío y pálido que nunca, y ella olía tan bien...no podía resistirse, había cometido un error al irse a vivir con ella, pero estaba tan húmeda dentro de la ducha, tan irresistíble...pensó que podría mantener la calma pero no fué así, su instinto asesino era incontrolable. Se metió en la ducha con ella, poseido por sus deseos, ella no supo entenderlo y se entregó a él, y al poco rato, ya estaba tendida en sus brazos, inerte y él la abrazaba llorando de impotencia: le había arrebatado la vida y nunca se lo podría perdonar. A fin de cuentas era un vampiro, ¿Qué otra cosa podía hacer? Ella olía tan bien y él tenía tantísima hambre...pero ahora estaba solo de nuevo, este era su destino y su castigo.

El barranco

Confesó que yo era la única persona en quien confiaba y que por eso deseaba que la acompañara en su viaje, lo único que pude hacer después de tantos años sin verla fue abrazarla como antaño mientras ella seguía llorando amargamente. A la mañana del día siguiente comenzamos el viaje, nos montamos en mi coche y nos dirigimos hacia allí. No se oyó una palabra durante el trayecto, y una sensación de ansiedad por llegar lo antes posible, se adueñó de mí, por lo que cometí algunas imprudencias al volante, estuve horas transitando por carreteras secundarias, cuando al pasar cerca de un paraje natural circundado por un enorme  lago, el silencio se rompió durante instante, en el que mi compañera de viaje me rogó que parara un momento, quiso que bajara del coche, y que la acompañara a través del angosto camino que conducía al lago. La cogí de la mano, y juntos bajamos hasta encontrarnos cerca de la orilla, hubo un instante en el que nos encontrabamos frente a un mirador desde el que se contemplaba la llanura bañada por las aguas, en aquel instante, me asomé a la hondonada mientras que dejé de sentir el tacto de su mano sujetando la mía.
Un cuerpo semidesnudo se encontraba allí abajo tendido en un avanzado estado de descomposición, sus ojos habían sido devorados por los pájaros, el cadáver se encontraba desgarrado hasta dejar al descubierto el hueso en muchas zonas, y pese a su estado, sabía perfectamente de quién se trataba.
Sumergido en un estado de inconsciencia, sólo pude oír, mezclada con el viento, una voz de ultratumba que decía "ya estamos en casa", y casi sin poder mover mis extremidades, giré mi cuello, pero lo único que ví a mi alrededor, fueron los matorrales que pueblan el barranco.

Sólo en casa

Se había quedado sólo en casa, sus padres, con motivo de su 20 aniversario, pasarían la noche fuera, se encontraba sentado en el sofá viendo una pelicula y con toda la casa para él cuando de repente, un sonido muy familiar rompió la monotonía: en el piso de arriba como siempre a esa hora, se escucharon unos pasos de mujer, claramente reconocibles por el roce del tacon con el suelo seguidos de un portazo, luego esos mismos pasos descendiendo las escaleras, lo cual despertó su curiosidad y fué hasta la puerta para observar a través de la mirilla, desde allí pudo ver a la vecina de arriba, muy conocida en el bloque por su mala reputación pero justo detrás de ella vió tambien a un encapuchado que bajaba con paso lento, lo que hizo saltar la alarma y regresó corriendo al sofá, una vez allí, procuró traquilizarse pensando que no había visto nada, y así permaneció durante varios minutos hasta que alguien llamó a la puerta de su casa, perplejo y asustado se acercó lentamente a la puerta, observó a través de la mirilla pero afuera, estaba todo a oscuras, regresó al salón y descolgó el telefono para marcar el número de la policía, una voz grabada le pidió que se mantuviera en espera, pasó un minuto, luego dos, las líneas seguían ocupadas, la puerta se abrió bruscamente, el chico atemorizado se escondió en su habitación, unos pasos recorrieron el pasillo lentamente, intentó contener la respiración pero los pasos siguieron acercandose, de forma lenta e inexorable, pararon frente a su habitación y la puerta de esta se abrió con lentitud implacable. La policía localizó la llamada y estuvo llamando a su casa sin obtener respuesta alguna, cuando llegó la patrulla, encontraron la puerta de su casa abierta y la cerradura volada, estuvieron buscandole por todos los rincones pero el chico había desaparecido.

Lava incandescente



Los bombardeos se habían prolongado de forma incesante y despiadada, ignoro el tiempo que duró aquella pesadilla, no se si fueron horas, días o semanas pues la ciudad de Dresde parecía un valle de lava incandescente, los aviones ocultaron el Sol a su llegada, las bombas no cesaban de caer; el fuego lo inundaba todo, derretía el cemento y el acero de las casas, trepaba hasta el cielo y se desplegaba a través de él creando una boveda roja bajo la cual no sabíamos si era de día o de noche, quienes bajaron a los refúgios murieron asfixiados, los que se quedaron fuera no corrieron mejor suerte; todos nos imaginamos el infierno como un mar de intensas llamaradas donde se retuercen los cuerpos de dolor pero pocos han contemplado ese espectáculo en vida, yo soy una de esas extrañas personas "afortunadas"
Me llamo Verónica, mis hermanos, Hansen de siete años, Cramer de ocho y la pequeña Cyntia, de cuatro, nuestros padres habían desaparecido y no sabíamos donde estaban, Cyntia era la más vulnerable de los cuatro y no cesaba de hacer preguntas para las que no tenía respuesta, Hansen y Cramer se hacían los duros, con eso de que eran los hombres de la casa y yo trataba de representar el papel que la obra me había asignado: hacía cuanto podía por no romper a llorar y mantener a salvo lo que quedaba de nuestra família. En el interior de la Iglesia reinaba el silencio, los pilares que sostenían el edifício eran sólidos y sus gruesas paredes nos aislaban del calor, afuera ardían las llamas aunque las explosiones habían cesado horas atrás. Yo rezaba porque los aviones no regresaran de nuevo con su zumbido infernal y el silbido de las bombas al caer.
Entonces, algo se movió en la parte superior de la escalinata que llevaba hasta la capilla superior, desde abajo, en la arcada principal donde estábamos se oyó como si una puerta se hubiera abierto con ese quejido que emiten las bisagras oxidadas Cyntia se abrazó a mí escondiendo sa cabeza en mi pecho, muerta de miedo.
Entonces ví que mis hermanos miraban hacia arriba con el rostro totalmente descompuesto, volví la vista en aquella dirección y pude ver tambien la figura que apareció en lo alto de la escalera: era, como un ser incandescente, no se distinguían sus rasgos, estaba como difuminado, se movía sin producir ningún ruido, tampoco descendía posandose sobre los escalones sino que parecía flotar sobre ellos.
La figura prosiguió su rumbo y paró frente a nosotros, su rostro no tenía forma; era como cuando pintas algo con un carboncillo y lo esparces sobre el papel, su cuerpo era igual; era como la visión borrosa de un ser en llamas, entonces la figura habló y su voz sonó como un eco procedente del inframundo.
-Es la fragua, de vuestra desdicha la que arde, así que no soy más que un hijo del calor de esa fragua.
Extendió su mano, una mano que parecía hecha de brasas ardientes en dirección a nosotros.
No se, de donde saqué el valor pero reaccioné, cogí a mi hermana en brazos y grité:
-¡No te acerques, Cramer, Hansen: detrás mío!
Mis hermanos que hasta el momento habían permanecido como hipnotizados, tambien reaccionaron y se escondieron detrás mío.
El ser, o lo que fuera aquello, emitió un susurro que me heló la sangre:
-Si no puedo cobrarme ahora mi botín, ya lo haré en otro momento, siempre estaré cerca de vosotros.
Sin dudarlo respondí:
-Siempre estarás cerca porque nunca olvidaremos la crueldad de quienes intentaron aniquilarnos pero el que tiene miedo espera escondido la muerte, quien no lo tiene, aguarda en primera línea listo para luchar.
El ser pareció titubear, entonces, espezó a apagarse y a descomponerse como un borrón de niebla hasta que desapareció, emitiendo un gruñido de rabia y de impotencia, mis hermanos gritaron, confieso, que yo también. Pero, cuando todo volvió a la normalidad, hablé a mis hermanos:
-Ahora que ha pasado todo, tenemos que unirnos a los supervivientes, olvidad lo que habeis visto y ese ser no volverá a aparecer.
-¿Qué era eso Verónica?; preguntó Cyntia con voz aterrada.
-Puede ser muchas cosas a la vez o no ser absolutamente nada; eso depende de nosotros.
Seguidamente caminamos hacia el portón y lo abrimos lentamente oteando hacia la calle y rezando, para que no regresaran los aviones.


El último



Llevaban días persiguiendole, soportando sus burlas contínuas y sumando un fracaso tras otro, pero sus errores no habían caido en saco roto y el cerco se había cerrado en torno a él, esta vez lo tenían acorralado y sin escapatoria en aquella casa destarlalada; cruces y estacas en el interior y la luz de un día radiante despuntando en el exterior; el último de su estirpe tenía los minutos contados. Al entrar en la casa vieron que todo estaba oscuro salvo en aquellos huecos donde la luz se filtraba a través los tablones que cubrían las ventanas, recorrieron la planta baja sin encontrar nada, de repente escucharon pasos en el segundo piso, y la horrible risa macabra que ya habían escuchado en innumerables ocasiones; subieron con cautela sin poder evitar que los peldaños de madera crujieran bajo sus pies y cuando llegaron arriba, echaron a andar a través del pasillo escrutando cada rincón con detenimiento; avanzaron con sumo sigilo hasta que al pasar junto a uno de los costados de las puertas el que iba en cabeza, tuvo la sensación de haber observado a un ser con unos ojos completamente blancos observándoles en silencio, así que dió la señal a los demás y estos dieron la vuelta despacio para situarse frente a la puerta, una vez allí, irrumpieron en la habitación situandose en círculo pero no vieron nada, asi que salieron y siguieron su camino hasta que oyeron una fuerte respiración proveniente del techo, alzaron la vista y allí estaba él, sujeto entre las dos paredes, con las piernas y los brazos extendidos, los ojos blancos y babeando, con una sonrisa diabólica en su rostro, de pronto gritó y se dejó caer sobre ellos, era una bestia agónica dando sus ultimos zarpazos y pese a su fuerza sobrehumana llevaba días sin probar la sangre, huyendo sin descanso y esto había consumido todas sus fuerzas.
Sin pensarlo dos veces, arremetieron contra él al unísono; las estacas subían y bajaban hundiendose una y otra vez en su cuerpo como los aguijones rabiosos de las abejas atacando en enjambre; la burla cedió paso a la súplica, sus convulsiones nerviosas cedieron paso a la rigidez y el depredador se convirtió en presa, finalmente se hizo el silencio y una expresión de serenidad tardía volvió a adueñarse de aquel rostro abyecto antes de que su cuerpo inerte acabara desmenuzandose hasta quedar converido en una montaña de cenizas.
Meses más tarde, a miles de quilómetros de distancia, un padre afligido bajaba al sótano de su casa para recoger su pala y comenzaba a cavar, para enterrar a su hijo fallecido. Mentras lo introducía en la fosa se preguntaba qué extraña enfermedad había consumido la vida de aquel pequeño dejandole sin una gota de sangre en su cuerpo.