Al acecho

Corría sin mirar atrás, atravesando un laberinto de lápidas y sombrías esculturas funerarias, no sabía nada de sus amigos ni sabía tampoco de qué huía, detrás suyo se escuchaban los pasos de sus perseguidores, sentía sus ojos clavados en su espalda, la joven era consciente de que sus posibilidades de sobrevivir se esfumaban a medida que se agotaban sus fuerzas, de pronto percibió un sinfín de ojos rodeándola, y comprendió que no tenia ninguna posibilidad entonces cayó de bruces al suelo y un grito desgarrador penetró en la oscuridad de la noche, un grito que sólo llegó hasta los oídos de los muertos.

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