Caminaba por una oscura y estrecha calle cuando lo ví: era alto y
apuesto, y tenía un aspecto impecable, su aroma era profundo y embriagador, y
decidí seguirle, me sentía un cazador acechando a su presa, era una sensación tan intensa que él debió
notar mi presencia, pero al girarse bruscamente, se encontró con un tramo de
calle vacia y reanudó su trayecto riendo hacia sus adentros.
La calle parecía no tener fin, y yo ya no podía reprimir mis deseos, a
él parecía inquietarle el inconfundible sonido que producían mis tacones, así
que me saqué los zapatos para no delatarme y moverme con mayor rapidez, pero
cuando ya casi estaba lista para atraparlo, él empezó a correr y cuando se
sintió a salvo, aminoró el paso, volvió a girarse, y ahí estaba, la calle de
nuevo, completamente vacia.
Tratando de calmarse, intentó respirar con normalidad, y apoyandose en
la pared, se sacó un pañuelo para secarse el sudor que caía por su frente, aun
no se había recuperado cuando se dió de bruces conmigo, una mujer de aspecto
frágil, sonriendo con inocencia, dió unos pasos atrás por instinto y luego rió
avergonzado por su reacción, pero cuando me acerque a él, quedó de nuevo
paralizado; pude oler su miedo mientras yo me ponía de puntillas rodeando su
cuello con mis brazos; intentó pedir auxilio pero yo lo tenia tan fuertemente
agarrado que apenas podía respirar, y mientras lo abrazaba, pude escuchar su
corazón latiendo contra mi pecho, llenandome con ese dulce néctar que me
inundaba de placer, y cuando su corazón latió por ultima vez, lo dejé caer
suavemente y me fui alejando serena y satisfecha.
No hay comentarios:
Publicar un comentario