El abuelo

El velatorio del difunto tuvo lugar sobre la misma mesa donde falleció, la gente se agolpaba para darnos su pésame, se sirvió una sopa hecha con puerros porque no había otra cosa para atender a los invitados, algunos trajeron aguardiente y cigarrillos para el abuelo y yo me encargué de guardarlos, llegó la noche pero la gente no se marchó hasta que se consumieron las velas.
Al dia siguiente lo llevaron al cementerio, su ataud tenía una vitrina que dejaba entrever su cara y mientras lo enterraban parecia mirarme; sus ojos se clavaron en los míos mientras descendia hacia el agujero, mi padre me pidió que le tirase un puñado de tierra pero no me atreví a acercarme. Cuando llegó la noche, mi madre se quedó conmigo hasta tarde, leyendome cuentos, yo le rogué que no me dejara solo, pero al final se marchó y entonces fué cuando empecé a oir extraños sonidos provenientes de afuera. Aterrado, fuí llorando a la habitación donde dormían mis padres y les desperté, mi padre se incorporó enojado e hizo el gesto de pegarme pero mi madre le tranquilizó y volviendose hacia mí, me dijo: vuelvete a dormir, debe ser el abuelo que buscaba algo: ¿Le dejaste el aguardiente y los cigarrillos donde te dije?
Yo asentí, y regresé a mi cama en silencio, sabiendo que me había guardado los cigarrillos para fumarmelos a escondidas.

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