El alma oscura

Un encapuchado recorre estas tierras al caer la noche, sus risas no parecen de este mundo y le siguen los aullidos de una jauría de lobos sedientos de mi sangre, en mis sueños, me acecha, me busca y cuando me atrapa, me apresa con manos que no son manos, ni garras, sino tentáculos de humo negro y brasas ardientes.
Creo haberle visto, fué durante apenas un segundo, detrás mío, con sus extremidades a punto de apresarme, y cuando me giré ya no estaba, són muchos los que aseguran haber tenido un encuentro con él, ya no aguanto más la proximidad de este bosque infernal. Creo que los siniestros aquelarres que solemos celebrar en la foresta han logrado despertar algo oscuro y terrible, y solo quiero perder de vista este sítio; por eso mañana mismo voy a hacer las maletas y me dirigiré a la estación de tren a esperar, y si no vivo para ver como nace otro día, sólo pido que recen por mi alma.

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