Hasta que sucedió



Un buen día, recibió su regalo estrella; era su primera bicicleta, mi hijo saltaba de emoción, no podía creerlo y solo esperaba el momento de salir a correr por la calle, aprendió muy pronto y tras varios días de práctica ya era todo un ciclista, hasta que sucedió aquello: lo único que recuerdo es el sonido de un coche al tratar de frenar, yo salí de mi casa como poseída, no me importaba nada, fui adonde estaba el cuerpo de mi hijo, y me derrumbé al verle.
Desperté en una habitación de hospital y me tomó algo de tiempo recordar los hechos más recientes, pero a medida que estos acudieron a mi mente, sentí que mi mundo se desmoronaba a mi alrededor, fue entonces cuando llegó mi marido para consolarme, pero no sirvió de mucho, ambos lloramos sin parar, toda esa noche.
Cuando mi segundo hijo cumplió los ocho años, entró en el sótano y allí encontró la bicicleta que guardábamos como recuerdo, pero cuando los recuerdos de mi primer hijo regresaron a mi mente, le pedí que no montara en ella, fué entonces cuando sonrió y me dijo: "tranquila mamá, he hablado con el otro niño y dice que me la regala"

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