Húmedo

Arrastré el cuerpo hasta el patio y busqué algo para llevarmelo, pero este era demasiado grande, así que fui al sótano a buscar algo para cortarlo en pedazos, bajo las escaleras había una hacha, la agarré y me puse manos a la obra. Cuando acabé, metí los pedazos en una maleta y la llevé a la furgoneta. El lago no estaba muy lejos pero era un camino estrecho y tortuoso y no tenía mucho tiempo así que tenía que darme prisa ya que había demasiada sangre por todas partes. Una vez en el lago, saqué la cuerda y até varias piedras a la maleta para que tuviera más peso, luego lo arrastré lo más lejos que pude para regresar nadando y cuando llegué a la orilla, caí desfallecido y quedé sin conocimiento por el agotamiento hasta que el aire gélido de la noche me despertó.
Cuando regresé a la ciudad, hice lo posible para parecer sorprendido e incluso solté alguna que otra lágrima por él cuando fueron transcurriendo los días. Fingí resignación por su perdida y me hice cargo de todos los negocios asumiendo mi responsabilidad con ensayada consternación, en varias ocasiones, fuí citado a declarar por la policía y eso hice: respondí a todas sus preguntas sin desviarme un apice del guión.
No me arrepentí de lo que había hecho, al contrario, creo que mi decisión había sido correcta, me sentía algo mal por sus familiares y por sus amigos, pero eran daños colaterales, yo seguía mi rutina diaria como si nada, el temor a ser descubierto había desaparecido.
Pero una noche desperté agitado y lleno de sudor, en mi mente volví a ver su rostro lleno de sangre y sus ojos apagados, mientras lo despedazaba.
Salí de mi casa y caminé hasta llegar a un parque, allí me senté y cerré los ojos, luego miré mis manos y recordé su sangre, viscosa y pegajosa y respiré hondo. Cuando volví a casa, dormí como nunca y al día siguiente hice lo de siempre: me bañé, me vestí, desayune y fuí hacia mi despacho, me senté en mi lugar y el día continuó como si no hubiera ocurrido nada.
Y de pronto llegó su secretaria: la miraba de arriba hacia abajo mientras caminaba hacia mí, hermosa, cabellos rizado, ojos negros pero con un brillo misterioso.
¿Sabes?: esta noche he vuelto a ver a Ivan.
Debió percatarse de mi reacción porque su expresión cambió de repente.
-¿Te encuentras bien Pablo?
-¿Que le has visto, donde?: balbuceé
-Bueno, ya sabes que él tenía una copia de mis llaves y se presentó en casa sin avisar ni nada, estuve a punto de echarle porque no me gusta nada que haga estas cosas, pero le noté tan...raro que preferí no decirle nada.
-¿Pudiste ver su cara?: inquirí
-Pues no, porque sin las lentillas lo veo todo borroso, pero ya te digo que lo notaba muy raro, yo estaba durmiendo cuando de pronto, ví su rostro como en sueños, me contó que le habías traicionado y luego se marchó.
Salí corriendo de ese lugar y fuí a casa lo más rápido posible, estaba llorando, pero, creía que podía solucionarlo, si disponía del tiempo y los medios necesarios, de pronto noté una sensación de humedad que fluía desde mi interior, como si llevara tiempo sumergido en el agua y esta hubiese inundado mi cuerpo encharcando mis pulmones, noté mis manos humedas y al mirarlas, ví que estaban impregnadas de sangre...

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