Imprudencia

Me puse a a leer la invocación, era una especie de cántico que había practicado y memorizado con anterioridad, al rato, las velas se pusieron a parpadear y el entorno se volvió denso, húmedo y pesado, con un ligero olor a azufre.
-¿Qué ves? exclamé al percatarme que mi perro gruñía lanzando mordiscos al aire.
Por un momento, tuve la impresión de que mi perro se había adelantado a mi percepción, esa presencia le hizo abandonar el círculo de protección y salió corriendo al otro extremo de la sala. Recordé lo que me dijeron sobre el sexto sentido de los animales y pensé que sin duda, esto era señal de que me hallaba ante la presencia de un espíritu maligno, algo pues había fallado, o quizás había recitado erróneamente alguno de los pasajes del conjuro.
De pronto, mi perro perro se avalanzó sobre lo invisíble, yo permanecía encerrada en el círculo aterrada, el animal saltó despedido mientras allí se formaba una nube negra de un olor corrosivo.
Mi fiel perro murió agonizando en medio de dolores y agudos quejidos; nunca podré olvidar que sacrificó su vida para evitar que yo pagara por mi imprudencia.

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