Psicópatas

Me había quedado dormido viendo un programa de televisión cuando de pronto sonó el teléfono. En la pantalla no aparecía el número, pese a todo, atendí la llamada, como solía hacer con todo el mundo: era Julian y me preguntó si estaba molesto por lo de ayer, le respondí que no y le pedí que acabara cuanto antes porque tenía cosas que hacer, confesó estar extrañado porque me notó y porque no comprendía mi decisión de marcharme sin avisar, hizo una pausa dejandome adivinar que me quería decir algo y nuevamente lo escuché reir, pero esta vez a carcajadas, dándose cuenta de que lo había descubierto, luego hubo otro silencio, transcurrido el cual, prosiguó hablando en tono confidencial, me dijo que seguía en su casa con las dos chicas que habíamos conocido la noche anterior. Fué entonces cuando capté un peculiar sonido de fondo que no había percibido antes: parecían gemidos provenientes de bocas amordazadas. Le pregunté si aquello era lo que me estaba imaginando y me respondió que sí, entonces supe que había vuelto a las andadas. Me rogó que viniera y me sumara a la fiesta, lo que me pareció muy tentador, aunque despertaba ciertas reticencias en mí, como recuerdo de ocasiones anteriores, por si acaso, le pedí que me indicara en qué fase se encontraba en aquel momento, y me aseguró que aún no había empezado, y que prefería esperar unas horas a incurrir en algunos errores ya cometidos anteriormente. Le dije que había sido muy sensato por su parte y le pedí que no hiciese nada hasta que yo llegara.

No hay comentarios:

Publicar un comentario